Como muchos saben, la religión puede cambiar tu vida; ella también lo sabía. Lo que ignoraba era que la iglesia a la que se había unido no era más que el inicio de una serie de estafas que la alejarían de su familia y la obligaría a vivir en las calles. Mary Seow vivió con su familia hasta que una iglesia china la contactó en Singapur y la convenció de sumarse a su fuerza eclesiástica. Seow huyó con quienes consideraba su salvación, pero poco tiempo después las cosas cambiaron, la religión pasó a segundo plano y los negocios –como si se tratara de una metáfora sobre el capitalismo– se convirtieron en el centro de su vida.
Un negocio de transporte en China era la promesa con la que Seow vivía. Por su nueva familia invirtió todo su dinero, su esperanza y su vida. Lamentablemente, la iglesia que escogió pareció olvidarla rápidamente, pues en cuanto lograron conseguir sus ahorros, ella se quedó sin nada, la estafa fue doble, ahora no tenía dinero ni familia. En un país extranjero, con la vergüenza sobre los hombros y sin un centavo, Mary Seow no regresó a casa. Fue ahí donde comenzó su búsqueda de redención.
En China consiguió trabajo como barrendera y así fue cambiando de residencia hasta que llegó a Hong Kong, lugar en el que encontró ese último e impensable refugio, un McDonald’s abierto las 24 horas. Estos palacios de comida rápida tienen tal popularidad en Asia que permanecen abiertos a toda hora y no discriminan por raza, sexo o religión. Seow se encontraba en su travesía por Hong Kong cuando descubrió que mucha gente hacía más que comer en esos establecimientos, los convertía en un refugio para la inclemente noche. Así fue como ella pasó de tener una familia verdadera, a ser estafada por una dudosa iglesia y terminó usando la hamburguesería transnacional como un hotel en el cual dormir unas cuantas horas.
Esta moda de transformar las bancas de McDonald’s en las camas más incómodas del mundo no es nueva, se remonta a 2007, cuando la demanda de productos y servicios de la empresa fue tal que se vieron en la necesidad de tener sucursales que estuvieran abiertas las 24 horas. Eso, junto a los altos precios de vivienda en Hong Kong, hicieron de McDonald’s una alternativa para quienes no podían costear ni siquiera un departamento.
Este fenómeno se puede entender mejor si ves las imágenes de la otra cara de Hong Kong.
McDonald’s Hong Kong, al darse cuenta de la forma en que eran utilizadas sus instalaciones, informó su postura al respecto: “Le damos la bienvenida a todas las maneras de vivir, a cualquier hora”. Las fotografías de Vincent Yu muestran lo que pocos pensarían de los denominados “McRefugees” (McRefugiados) o “McSleepers” (McDormidos), que no se trata de vagabundos o de personas que imaginaríamos viviendo en las calles de una ciudad latinoamericana, son personas con trabajos estables, tal vez oficinistas o algo más, que a pesar de tener un sueldo establecido, no tienen un lugar en el cual descansar por las noches.
Las imágenes muestran a personas que parecen abatidas por la vida, esas que se rinden sin querer ante la mesa de un restaurante después de una larga jornada laboral, pero ellos no se quedan dormidos de improvisto, son personas que llegan al restaurante, piden algo de comer o beber (por eso muchas veces solamente se ve un refresco en las fotografías) y se duermen en las mesas sabiendo que no serán molestados ni asaltados, y que se encuentran a salvo del clima, que en las calles puede ser mortal.
Associated Press publicó la historia de los McRefugiados, en la que mencionaron que el efecto de los clientes durmiendo en McDonald’s ha llegado a otras ciudades de China, en las que los precios de vivienda también son muy altos. Desde el 2007, el número de personas sin vivienda se ha multiplicado llegando a cerca de 800 en 2015, número que año con año parece incrementar.
Pero no todas son malas noticias, fue gracias a ese reportaje que la familia de Mary Seow logró dar con ella. Según Associated Press, su familia la identificó después del reportaje y fue el hijo de Seow quien voló a Hong Kong para reencontrase con su madre después de más de cinco años. Con un sentimiento agridulce, Seow regresó a la familia que la ama y la ha perdonado, pero ahora falta que ella logre perdonarse por lo que hizo.
Historias como las de Mary son poco comunes, y aunque McDonald’s no es un hotel, se ha convertido en un espacio para quienes no pueden vivir en otro lado.